Carmen Cervera desnuda a Paula Pattier

Los españolitos de antes aprovechaban la Semana Santa para lanzar una canita al aire por esos paises del extranjero. Se iban a ver peliculas porno a Perpignan o playas de desnudismo en la Costa Azul. Ahora no se necesita salir de la frontera. El eSpectáculo está dentro. No tiene uno que molestarse en coger el avión o darse la gran paliza en el automóvil. Sólo desplazarse al cine más próximo que ostente la gran “S" de los films hasta hace poco prohibidos o acercarse a una playa cercana.


   

Cuanto más de moda, más y mejor. En Marbella fue el escándadalo. Pero, contra todo lo que el mundo esperaba, no pasó de ser una anécdota más, divertida si acaso, para los playeros primaverales. Y es que los ciudadanos de este país nos hemos acostumbrado a gran velocidad a todos los modernismos que el progreso nos ha traido. Por esos los adelantados veraneantes no se inmutaron demasiado ante el número que montaron las dos famosas. Carmen Cervera parece muy animada desde que dejó a Espartaco Santoni. Mientras éste se las tiene que ver nada menos que con la Interpol. Parece que hay cosas no muy limpias en la vida del honrado Espartaco, porque si no esta búsqueda por parte de la Policía internacional careceria de sentido. Se habla de estafas y otros delitos. Habrá que esperar a que decidan los Tribunales. Todo esto no parece preocupar mucho a Car men. La ex mujer de dos famosos, viuda del que fuera el Tarzán por excelencia. Una participante de la “jet-society” pareció encontrar un descanso en las relaciones con Espartaco. Posteriormente fue necesaria la separación para poder seguir su vida libre. Buena muestra de que está dispuesta a hacerlo son las últimas salidas, en que se divierte por discotecas y playas de lujo. La cuestión surgió por una apuesta. La oponente de Carmen era Paula Pattier.

Se trataba de ver quién lograba desnudar a la contraria. La que lo lograra quedaria libre y la vencida tendría que tomar el sol tal cual durante toda la mañana. Al principio las fuerzas estaban equilibradas, pero posteriormente se inclinaron a favor de la experiencia. Luchaban dentro del agua, puede que Paula ganase el combate por puntos, pero el K. 0. lo dio la ex esposa de Lex Baxter. La causa fue un golpe de bajada de bañador. Las bellas se habian exhibido, y el público, encantado, coreó la pelea y a la vencedora. Paula ocupó su puesto en la arena y se tomó como una ligera penitencia el tener que posar desnuda toda la mañana.

Los asistentes del Marbella Club la abandonaron en la playa, tumbada en la arena, mientras llevaron a la triunfadora a hombros hasta un lugar cercano. Terminaron todos tomándose un martini en las rocas. Atrás quedaba Paula, quizá un poco ofendida, ya que afirmó de una forma poco deportiva: —Menos mal que he perdido yo, p0rque Carmen, nada que enseñar, y no hubiese sido tan divertido. No opinaba asi el resto del público, que hubiera deseado ver las desnudeces de ambas, aunque ya distinguieron bastante en la formidable pelea.

El personal, rencillas aparte, se divirtió, que era lo que queria. Estaban dirigidos bajo la presidencia de Jaime de Mora y Aragón, que hacia su número particular para no ser menos. Con sus actitudes aristocráticas y su aparatosidad habitual, parecia escandalizarse ante el espectáculo. —Jesús, Jesús, a lo que hemos llegado en Semana Santa. Y, en parte, tenía razón nuestro noble “showman”. Es que nos estamos desmadrando. Se nos da la mano y nos tomamos el brazo. Ya no sabe a dónde vamos a parar. De momento, la mayoria del país, entre protestas por la subida de precios y otras cosas, realmente se lo está pasando mejor que nunca. Así que, aunque estamos de acuerdo en que estas cosas no pasaban antes, nuestro comentario tiende más a compa“ decer a aquellos que se per ' dían lo que ahora es cosa corriente.

La prueba está en la actitud de los que contemplaron toda la confrontación. Mientras Paula quedó abandonada en la arena, no era la única'ocupante de la playa. Muchos ciudadanos, animados por la buena temperatura que hizo durante la semana, habian bajado al mar, y algunos incluso se atrevian a darse un pequeño chapuzón, recordando un verano lejano y otro que se anuncia para dentro de poco. Los paseantes miraban a la chica con atención, pero sin gritos de asombro. Un extranjero pasó sin darle ninguna importancia a la cosa. Los nacionales, como minimo, miraban interesados. Uno de éstos, con una caballerosidad indudable, se acercó a Paula para ofrecerle su toalla con que resguar-f darse del frio.

Las mujeres parecian las más interesadas. Miraban a la joven desnuda, gafas en mano, incrédulas del espectáculo que se les ofrecía. Parecían menos acostumbradas que sus maridos. Estos, habiendo visto ya dos o tres “Emmanuelles”, aguantan cualquier desnudo que les echen encima. Aun los que provocan sensación, como sucede con Paula Pattier. Todo es cuestión de costumbres. Y nosotros terminaremos como el extranjero que no se inmutó. Desgracias del progreso.
    



Publicado en la revista Lib el abril de 1978
 

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