DEL TERROR
MEDIO SIGLO DE VIOLENCIA
Y CRIMENES POLITICOS
DESPUES de que el mundo se conmoviera por
el incidente del "Boeing 727" libio. derri—
bado el 21 de febrero por los cazas judíos
cuando volaba sobre el Sinaí con 106 personas
a bordo, los comandos del grupo terrorista pa-
lestino Septiembre Negro asesinaban a tres
de los cinco diplomáticos que habían secues-
trado el 3 de marzo en la Embajada de Arabia
Saudita en Jartum. Sudán.
Los ejecutados eran Cleo Noel, de cincuenta
y cuatro años. embajador norteamericano; Geor-
ge Curtis Moore, encargado de negocios USA,
de cuarenta y siete, y su colega belga Guy Eid.
Durante las negociaciones con el vicepresidente
de Sudán, general Mohammed El Baghir, los
comandos palestinos amenazaron con matar a
los otros dos secuestrados. el embajador de
Arabia Saudita, Abdullah El Malhang. y el en-
cargado de Negocios jordano, Adhi El Nassir.
Los comandos se rindieron dos días después.
Septiembre Negro golpeaba otra vez fanática-
mente, con igual saña que cuando llevaron a
cabo la matanza de los atletas judíos en la
Olimpiada de Munich, el verano pasado.
SE TRATA DE UNA GUERRA
El "Times" de Londres escribió en un edito-
rial: —lmaginemos que un avión comercial judío ,
hubiese sido derribado por cazas libios. La ira
mundial hubiese sido tan inmediata y torrencial
como la que se produjo con motivo de la ma-
tanza de Munich.
Pero por la destrucción del "Boeing" libio.
la reacción del mundo, especialmente de Oc-
cidente. ha sido más tranquila y transigente.
Es muy interesante preguntarse por qué.
Hay razones por las que Israel es particular-
mente sensible a las incursiones sobre su es-
pacio aéreo. Y teme. entre otras cosas, que un
avión explote sobre una ciudad judía a conse-
cuencia de un calculado atentado terrorista. Al
fin y al cabo se trata de una guerra, y sus
pilotos y comandantes están un poco nerviosos».
La respuesta del Gobierno judío, sin embar-
go, no es explicable en estos términos. Las au-
toridades israelíes han expresado su dolor ofi-
cial por la catástrofe del Sinaí. pero no han
expresado ninguna clase de arrepentimiento por
el error implacable de sus pilotos».
Un centenar de personas perecieron, y Dayan
habló casi como si el incidente fuese una mues-
tra más del heroísmo judío, que empezó hace
tiempo. Dayan afirmó que los pilotos tenian toda
la razón. Una prueba más de que el fanatismo
politico puede considerar bueno lo malo.
Si tenemos en cuenta esto, no es difícil
comprender lo que Israel y los judíos de todo
el mundo han pensado siempre. A saber. que el
mundo debe perdonarles todo y que los árabes
deben ser condenados. Además, creen que cual-
quier cosa que haga Israel debe ser olvidada.
porque este país está luchando por la superyi-
vencia y porque cuenta con el apoyo de mu-
chos países occidentales.
La destrucción del avión libio debe ser ob-
jeto -como propuso lnglaterra— de una investi-
gación internacional lo más imparcial posible.
Pero debe haber también una revisión fundamen-
tal respecto a cuántas agresiones judías está
dispuesto a transigir Occidente».
Israel ha disfrutado de un amplio apoyo y
simpatía. como víctima del terrorismo interna-
cional. Las acciones guerrilleras de Septiembre
Negro en toda Europa han atraido el apoyo y
la colaboración de muchos países para acabar
con los terroristas. Pero el hecho de que el te-
rrorismo sobre el Sinaí fuese llevado a cabo
no por comandos, sino por fuerzas de un Go-
bierno y un Estado. no lo convierte en justifi-
cable. Al contrario, se trata de una brecha más
amplia en el orden internacional».
_ Un orden que últimamente ha estado bastan-
te alterado por los fanáticos del terror y la
violencia, como los palestinos de Septiembre
Negro, exponente de una -política de la deses-
peración», al igual que otros activistas de otros
países.
En un análisis lógico de la situación. el ase-
sinato de los tres diplomáticos en Jartum es
probablemente una acción más bien desfavora-
ble para la causa árabe, porque se ha producido
inoportunamente, en un lugar poco propucuo y
contra unas víctimas equivocadas.
Con Israel criticado internacionalmente por la
destrucción del avión libio y con las quejas de
Golda Meir ante Nixon, en Washington, no se
podía haber imaginado un momento táctico peor
por parte de los comandos palestinos para lle-
var a cabo los asesinatos de Jartum, puesto que
el “affairev no implicaba una amenaza directa
contra israel.
Lo que exigían los terroristas a Israel era la
liberación de las guerrilleras palestinas encar-
celadas. Una propuesta demasiado romántica.
descartada rápidamente, igual que la libertad de
Sirhan-Sirhan, asesino de Robert Kennedy, y la
del grupo terrorista alemán Baaden Meinhoff.
Es cierto que Cleo Noel y George C. Moore
representaban para los terroristas palestinos a
Estados Unidos. el mejor aliado de Israel, y
que el rehén jordano significaba el peor enemi-
go de Septiembre Negro, el Rey Hussein. Des-
pués de todo, ese grupo se llamó así porque en
septiembre de 1970, Hussein decidió acabar con
ellos para siempre, antes de que los guerrille-
ros palestinos le destronasen. Un acto fanático
e irresponsable desde el punto de vista occi-
dental, aunque para los dos millones de pales-
tinos el único camino para la resurrección es
la muerte.
TRES ELEMENTOS
Muchos delitos políticos han sido cometidos
a lo largo de la Historia como medio para con-
seguir ciertos objetivos. El número de asesina-
tos y de delitos de esta clase en los Estados
Unidos es alto. por ejemplo, comparado con el
de otras naciones, particularmente, con más es-
tabilidad política y económica.
Sin embargo, y a pesar de los crímenes polí—
ticos cometidos en los años sesenta —hace
diez años fue asesinado John F. Kennedy—, los
atentados contra políticos prominentes no pare-
ce que vayan en aumento, si exceptuamos el
atentado contra George Wallace, el año pasado.
Puede haber por lo menos tres elementos
entrelazados a la idea de asesinato político que
lo identifica como una clase particular de ho-
micidio: un objetivo que es una figura política
importante, un motivo político para cometerlo y
el probable impacto político del atentado.
La mayoría de estos homicidios, que pueden
llamarse asesinatos, contienen en más o menos
grados estos tres elementos, como el asesina-
to de un Jefe de Estado a manos de un agente
de un partido de la oposición, con el propósito
de cambiar el régimen.
Esos tres elementos no es necesario que se
den conjuntamente. Un crimen que contiene cual-
quiera de los tres elementos mencionados de-
bería tenerse en cuenta previamente a cualquier
investigación del fenómeno del asesinato. Por
ejemplo. durante los años veinte, en Alemania
se produjeron un gran número de asesinatos
políticamente motivados, cuya importancia era
trivial, pero tuvieron una gran resonancia. Algo
semejante a las matanzas de los palestinos en
la Villa Olímpica de Munich, el año pasado. o
a los tres diplomáticos asesinados por los co-
mandos de Septiembre Negro en Jartum.
El terrorismo por motivos políticos no debe
excluirse de los delitos políticos en general.
Pero, en el otro extremo, un jefe de Gobierno
o un político importante puede ser asesinado
por su esposa, o simplemente por un ladrón o
un loco sin ningún móvil político. Sin embargo,
el impacto social sobre el sistema de gobierno
y la sociedad puede ser muy profundo.
Los asesinatos políticos pueden ocurrir en
diferentes contextos político-sociales y cometi-
dos por razones diferentes. Pueden darse di-
versas categorías de este tipo de delitos. Seña—
laremos las más importantes:
A) Asesinatos cometidos por una élite en
la persona de un jefe de Gobierno, para poner
en su lugar a otro, sin afectar sustancialmente
a la ideología o al sistema. El propósito de tal
asesinato es simplemente sustituir la identidad
del jefe del grupo que gobierna.
Este tipo de asesinatos se da en el Oriente
Medio. Aquí también habría que incluir las re-
voluciones de palacio. los golpes de Estado
latinoamericanos. Pero los —cuartelazos- de
quella zona del mundo no siempre han acaba-
do en asesinatos.
El político destronado por los insurrectos ha
abandonado usualmente su puesto, y los que
han ocupado el poder se han contentado con
dejarle que siga viviendo. Este tipo de golpes
ha tenido éxito en países donde el Gobierno
tiene poco impacto sobre el vasto cuerpo de los
ciudadanos. Mientras los Gobiernos puedan su—
cederse sin plena participación en los objetivos
de la sociedad, las revoluciones de palacio pa-
recen ser un modo práctico de hacerse con el
poder.
B) Otra categoría es el asesinato para ?…_t/e—
rrorizar y destruir la legitimidad de la élite diri-
gente, con el fin de realizar cambios sustancia-
les en la ideología o en el sistema.
Tal asesinato puede estar dirigido contra los
altos cargos del Gobierno o contra otra autori-
dad de menor categoría, para socavar la efica-
cia del Gobierno central a nivel provincial o lo-
cal. Cuando el terror se dirija hacia un Jefe
de Estado, el asesino puede llevar a cabo parte
de su objetivo aun cuando el atentado fracase.
Por ejemplo, los miembros del grupo que in—
tentó asesinar al Zar, a finales del siglo pasado,
se daban cuenta de que no tenían una oportu-
nidad real de éxito a corto plazo de cambiar la
estructura política base de la Rusia zarista.
Pero indicaron que si obligaban al Zar a retirase
a su palacio y lograban mantenerlo aislado de
su pueblo, a la larga socavarían la legitimidad
del régimen. _
Al menos en la Historia moderna, no se puede
decir que haya fracasado a la larga ningún gru-
po terrorista, excepto en aquellos países, como
la Rusia soviética o la Alemania nazi, en que
la élite reinante estaba dispuesta a emplear la
fuerza masiva para suprimir a los grupos terro-
ristas molestos.
Una vez que un grupo esta bien establecido,
la única respuesta eficaz es el contraterror
o acceder a las demandas básicas de los terro-
ristas. Los nazis, por ejemplo, se hicieron con
el poder en medio de una ola de terrorismo.
La mejor defensa contra el terrorismo es un
Gobierno que cuente con el necesario apoyo po-
pular, para controlar las actividades, mediante
cauces normales de la ley, sin tener que recu-
rrir a la violencia.
Incluso la estrategia de uremediar las injus—
ticias… por la que los terroristas adquieren su
fuerza, puede ser poco práctica, porque esta es-
trategia puede ser empleada también como fin
básico por el Goiberno.
Un ejemplo fue la presencia inglesa en Chi-
pre y Palestina. Esta presencia histórica era
injusta. Tanto en, un país como en el otro, el
terrorismo era eficaz. a pesar de todas las me-
didas británicas. Y, como puede verse, el terro—
rismo es particularmente eficaz cuando el Go-
bierno es considerado por una parte sustancial
de la población como un conquistador extran-
jero, y. por tanto, ilegítimo.
C) Otra categoría es el asesinato cometido
por un Gobierno para suprimir los desafíos po-
líticos.
Esta estrategia, incluido el contraterror ma—
sivo, que se dio en la Rusia soviética y en la
Alemania nazi, no está necesariamente basada
en una ideología. Maquiavelo aconsejó esta es-
trategia para el político que ha llegado al po-
der. Aquí se impone matar a los parientes del
gobernante anterior y a otros enemigos políti-
cos para asegurarse en el poder.
D) También puede darse el asesinato para
hacer propaganda de un punto de vista político
o ideológico. Esta es la llamada -propaganda
del hecho-, muy popular entre los anarquistas
de principios de siglo. Su propósito es drama-
tizar y publicar las injusticias.
El La última categoría es el asesinato no
relacionado con las metas políticas nacionales,
que satisface sólo las necesidades patológicas
del agresor perturbado. Esta representa al típico
agresor de Presidentes norteamericanos. El que
tales atentados puedan llevarse a cabo por su-
jetos de esta clase es una cuestión de especu-
lación psiquiátrica.
DIECISIETE ASESINATOS ANUALES
En los últimos cincuenta años, desde 1918.
ha habido unos 1.407 atentados políticos im- _
portantes en 84 países, de los cuales 867 per—
sonas —entre Jefes de Estado, ministros, etcé-
tera—, fueron asesinadas; lo que da una media
de 17 asesinatos por año. He aquí una lista de
atentados, fallidos o no, en varios países:
1919: Leon Trotsky (Rusia), Georges Clemen—
ceau (Francia), Emiliano Zapata (Méjico).
1921: Eduardo Dato (España), Machado dos
Santos, Antonio Granja, Carlos_8ilva, Car—
los Mara, todos de Portugal.
1922: Pancho Villa (Méjico).
1923: Pancho Villa (Méjico), Cardenal Solde-
villa (España).
1925: Benito Mussolini (italia), dos atentados.
1926: “Benito Mussolini (Italia), dos atentados.
1931: Benito Mussolini (Italia), lsmet lnonu
(Grecia). .
1932: Hirohito (Japón), Mussolini (italia),
Chiang-Kai Chek (China).
1933: Franklin Delano Roosevelt (USA), José
' Antonio Primo de Rivera (España).
1934: J. A. Primo de Rivera (España), dos aten-
tados; Von Papen (Alemania), Chiang-Kai
Chek (China).
1936: Calvo Sotelo (España), Eduardo Vlll (In—
glaterra), García Lorca (España).
1937: Salazar (Portugal).
1938: Getulio Vargas (Brasil).
1939: Hitler (Alemania).
1940: Leon Trotsky (Méjico).
1941: Pierre Laval (Francia).
1942: Tojo (Japón), dos atentados.
1943: Pierre Laval (Francia).
1944: Mussolini (Italia), dos atentados; Hitler
. (Alemania), De Gaulle (Francia).
1945: Von Ribbentrop y Hitler (Alemania).
1947: Anthony Eden y Ernest Bevin (Inglaterra).
1948: Gandhi (India).
1950: Harry S. Truman (USA).
1953: Anastasio Somoza (Nicaragua), Laurenti
Beria (Rusia), Juan D. Perón (Argentina),
Velasco Ibarra (Ecuador).
1954: Conrad Adenauer (Alemania Federal), Mo-
hamed V (Marruecos), Carlos Lacerda
. (Brasil), Gamal Abder Nasser (Egipto).
1955: Nehru (India), Paz Estensoro (Bolivia),
Adenauer (Alemania Federal), Perón (Ar-
gentina).
1956: Mao Tse Tung (China), Fulgencio Batis-
ta (Cuba), Somoza (Nicaragua).
1957: Batista (Cuba), Massu (Argelia), Rojas
(Argentina), Castillo Armas (Guatemala),
Sukarno (indonesia).
1958: Jacques Soustelle (Francia), Faisal (Irak),
Martín Lutero King (USA).
1959: Karit)n Kassem (Irak), lsmet Ononu (Tur-
quua .
1960: Norodom Sihanouk (Camboya), Sukarno
(Indonesia), René Cabrera y Frondizi (Ar-
' gentina), Rómulo Betancourt (Venezuela),
Lumumba (Congo).
1961: Lumumba (Congo), Burguiba (Túnez), Ra-
fael Trujillo (Santo Domingo), De Gaulle
(Francia).
1962: Ngo Dinh Diem (Vietnam del Sur), Salan
(Francia), Sukarno (Indonesia), De Gaulle
(Francia), seis atentados; Nkrumah (Gha-
na), Burguiba (Túnez).
1963: De Gaulle (Francia), Karim Kassem (Irak),
Betancourt (Venezuela), Ngo Dinh Diem
(Vietnam del Sur); John F. Kennedy, John
B. Connelly y Lee Harvey Oswald (USA).
1964: Barrientos (Bolivia), De Gaulle (Francia),
Hassan II (Marruecos), Ben Bella (Arge-
lia), Simon Wiesenthal (Austria).
1965: Malcolm X (USA), Barrientos (Bolivia),
De Gaulle (Francia), Maxwell Taylor
(OSA), Castro (Cuba), Macapagal (Fili—
pmas).
Como consecuencia del terrorismo político irlandés, el IRA ha llevado su fanatismo violento hasta
la misma Inglaterra, como muestra la foto, tras la explosión de varias bombas frente a la sede
londinense de Scotland Yard.
1966: Nasser (Egipto), Verwoerd (Africa del
Sur).
1967: Duvalier (Haití), Ernesto uChe» Guevara
(Bolivia).
1968: Martín Lutero King (USA), Boumedian
(Argelia), Robert Kennedy (USA), Meli—
- tón Manzanas (España).
1970: Hassan ll (Marruecos).
1971: Pablo VI (Roma), Hassan ll (Marruecos).
1972: George Wallace (USA), Matanza de Mu—
nich, lmelda Marcos (Filipinas).
1973: Avión libio (Israel), Tres diplomáticos
(Jartum).
El estudio de los asesinatos politicos y el te-
rrorismo en los siglos XIX y XX demuestra que
las condiciones para que existan crimenes de
esta clase difieren de un país a otro, según las
estructuras del poder.
UNA ARRIESGADA AVENTURA
Esos estudios comparativos sugieren tres an-
tecedentes para los asesinatos políticos: 1) La
existencia de un partido con una ideología y
técnica de acción directa. 2) Percepción de la
opresión. 3) Presencia de activistas, personas
deseosas de responder con la violencia a las
condiciones en que se desarrolla la opresión.
Un asesinato político, de la categoria que sea,
no es posible que por si mismo cause ninguna
alteración básica en las formas institucionales
o de la política: La excepción es el asesinato
en conjunción con el terrorismo sistemático,
que incluye el efecto acumulativo de asesinatos
múltiples.
Bajo una combinación de circunstancias poco
comunes, sin embargo, la supresión de una fi-
gura clave -—como Kennedy en USA o Abdullah
en Jordania— puede tener profundas implicacio—
nes para el curso de la sociedad. Pero la con-
vergencia de fuerzas necesarias para originar
asesinatos políticos de gran impacto social ocu-
rre pocas veces.
El historiador Carl Leiden dice que sólo en
unos cuantos casos específicos los asesinatos
tienen profundas implicaciones para todo un sis—
tema político. Y añade que el asesinato, como
instrumento deliberado de politica, es una arries—
gada aventura muy incierta, con poca probabili-
dad de que produzca cambios en un sistema u
otros de largo alcance.
Desde 1918 hasta 1968, Méjico encabeza la
lista de 88 países por lo que se refiere a aten-
tados contra políticos de alto rango, 51 en total,
, de los que 43 tuvieron éxito y ocho solamente
fracasaron.
'Le- sigue Francia, con 41 (11 consumados y
30 fallidos); China, 21 (8 y 13); Japón, 21 (10
y 11]: Italia, 18 (5 y 13); Bulgaria, 17 (9 y 8);
Egipto, 17 (4 y 13); Alemania ——Oriental y Occi-
dental—:, 16 (6 y 10); Irak, 13 (10 y 3): Cuba, 12
(1 y 11); irán, 12 (7 y 5); Polonia, 11 (7 y 4);
Estados Unidos, 10 (5 y 5); Birmania, 9 (7 y 2);
Nicaragua, 9 (6 y 3); Rumania, 9 (3 y 6): Viet—
nam, 9 (3 y 6); Congo, 8 (5 y 3); Líbano. 8
(1 y 7); Argelia, 7 (3 y 4); Argentina, 7 (1 y 6).
Y España, en el puesto 33, con 5“(3 y 2), segui-
da de Inglaterra, con 5 (1 y 4), y Rusia, 5 (3 y 2).
Ocho paises no han tenido ningún atentado:
Costa Rica, Dinamarca, El Salvador, Islandia,
Luxemburgo, Nueva Zelanda, Paraguay y Liberia.
La relación anterior sugiere que la violencia
política no ocurre fortuitamente. Parece estar
relacionada con un cierto número de condicio-.
nes en el medio de los sistemas políticos, don-
de se dan características como las siguientes:
desarrollo, sistemática frustración, cambios so-
cio-económicos, tolerancia, agresión extranjera,
tensión de minorías, homicidios y suicidios.
En otras palabras, cuanto más alto sean en
una sociedad el nivel de frustración, la agresión
externa, la tensión entre minorías y los indices
de homicidios y violencias, más altos serán los
índices de asesinatos políticos.
A mayor nivel de progreso, en todos los ór-
denes, y a mayor nivel de suicidios dentro de
una sociedad, como en el caso de Suecia, me-
nor probabilidad hay de asesinatos políticos. Las
sociedades democráticas y los regímenes alta-
mente coercitivos están menos inclinados a los
asesinatos políticos que los países de niveles
medios de coerción.
El nivel de asesinatos corresponde con el
nivel de inquieutd política y violencia, en gene-
ral. En comparación con otros países, los Esta-
dos Unidos experimenta un alto nivel de violen-
cia política y asesinatos. Estas actividades, di-
rigidas a conseguir objetivos políticos, son una
amenaza que se presenta a lo largo de toda la
historia del país.
Pero la mayor fuente de violencia norteameri-
cana está hoy en la confrontación entre blancos
y negros. Otros aspectos específicos han origi-
nados en Norteamérica niveles similares de vio-
lencia en el pasado: reforma agraria, abolicio-
nismo, conflictos laborales, etcétera.
En cada caso, los movimientos radicales, y no
los partidos políticos, fueron la fuente inmedia—
ta de la violencia. Los dos partidos tradicionales
——el republicano y el demócrata—forman una
base de estabilidad política: mientras que fue
la sociedad la que mejoró las condiciones, que
dieron nacimiento a los gérmenes de la violen-
cia actual.
DIEGO LUIS HORTELANO
Publicado en la revista personas marzo 1974
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