tica especializada cuál es el
mejor espectáculo de “music—
hall” que se ofrece en Madrid, la
respuesta no tardará en hacerse espe—
rar: el Top—Less. Si por el contrario
prefiere que sea el gusto popular el
que dictamine, no tiene más que si—
tuarse entre la gente, oir los comenta—
rios que cada noche se producen y
ello, todo ello será motivo más que
suficiente para que a la hora de cono—
cer en profundidad cómo es y cómo
se monta un “music—hall ”, encamine
sus pasos, tal cual nosotros lo hici—
mos, hacia la madrileña calle del Pa—
dre Xifré.
Montar un espectáculo de “music-
hall”, un espectáculo que dura poco
más de una hora y cuarto, requiere
muchos meses de esfuerzos. Tantos,
que es prácticamente imposible cerrar
el capítulo de una temporada y co-
menzar otra vez partiendo de cero.
Los elementos técnicos, el vestuario,
la coreografia, los ensayos y el com—
plicado ensamblaje que una produc—
ción de este tipo requieren, no puede
ser creado de la nada si las represen—
taciones han de sucederse a diario, y_
más aún si el “show” de todos los
días está asentado sobre la base de
una dignidad que sitúan al espectácu—
lo en una primera linea europea. Los
responsables de Top—Less llegan más
lejos en sus afirmaciones: “Estamos
convencidos —aseguran— de que en
España no hay nada igual y en pocos
sitios del continente puede verse algo
parecido. Y no creas que son pala—
bras baldías o ganas de hacer una
publicidad que los mismos clientes ya
se encargan de propagar. Nosotros
hemos recorrido los más importantes
“music—balls” europeos y mdemos
afirmar, de forma rotunda, que esta—
mos, cuanto menos, a la par de los
más importantes”.
—¿Cuáles son estas metas?
—Fundamentalmente, una: el arte.
El arte como concepto vital al que se
llega por medio de la música, el baile,
el humor, el erotismo... De tal for-
ma que no se puede hablar de cada
una de estas facetas por separado,
sino de un conjunto que no es, ni
más ni menos, que arte. Aqui cabe la
locura, la nostalgia, la risa, el llan—
to… En el “music—hall” cabe todo si
se hace con la dignidad necesaria, y
para llegar a ese punto idóneo se
requiere, primero, contar con los me—
dios adecuados, tanto técnicos como
humanos; segundo, una gran capaci-
dad de trabajo, y tercero, y más im-
portante. una gran vocación.
El resultado puede ser espléndido y
las reacciones importantes: el público
se maravilla siempre con lo que se le
está ofreciendo. Pero vayamos, por
un momento, a los casos prácticos:
¿Quién de los que suelen ver televisión
no recuerda el maravilloso ballet que
acompañó a Lía Uya 0 Alicia Tomás
en sus especiales de hace poco tiem—
po? Este ballet no era otro que el de
Top-Less. Igualmente, sus apariciones
en “Fiesta” causaron una gratisima
impresión, y aún los que están aten-
tos a las carteleras de espectáculos no
habrán echado en saco roto que co—
mienCen a proliferar anuncios que,
tras la mención de los más importan—
te intérpretes del “show”, las chicas
“top-less” se anuncien como un gran
suceso, aprovechando la significación
del nombre. Haciendo uso del" refra—
nero popular, cabría decir aquí que
“algo tiene el agua cuando la bendi-
cen”. Y ese algo es el que nosotros
pretendemos descubrir, no como un
caso especial, sino como la norma de
lo que puede y debe ser un espectácu—
lo de este tipo y los pasos que se
siguen hasta llegar a la representación
en que culminan los esfuerzos de mu-
cho tiempo y de todo orden.
——¿Pero es negocio el “music—hall”?
——Dándole a la palabra su total
acepción, no. Rotundamente, no.
Aquí hay quien trabaja muchas horas
diarias: por la mañana, ocupándose
de la cuestión técnica; por la tarde,
de los ensayos, y por la noche del
propio “show”, observando los posi—
bles errores a subsanar, que afortuna—
damente son los menos, porque cuan—
do sale el espectáculo al aire está
perfectamente concebido y preparado,
e ideando nuevas fórmulas y monta—
jes. Todo esto y la labor del propio
conjunto no puede tener una valora—
ción cuantitativa. A pesar de ello, ya
dijimos que todos los nuestros sienten
una verdadera pasión por el “music-
hall”. ¿Por qué? Será mejor que tú,
después, se lo preguntes a ellos.
—¿Podemos hablar de presupues—
tos?
—-¡Ufl Esto es imposible de calcu-
lar. Vamos trabajando sobre la mar—
cha, como ya sabes, y si para el
montaje de un número hace falta una
serie de focos especiales, se compran
y ya está. Y al igual que ocurre con
los focos pasa con todo lo demás:
vestuario, efectos apropiados," etcéte—
ra. Resultaría francamente dificil rom—
per de golpe con todo lo que se está
haciendo y empezar de nuevo. No
imposible, pero si difícil por su presu—
puesto y el enorme trabajo que esto
representaría.
—-¿Cuál es la fórmula, entonces?
——Los ensayos nunca acaban.
Cuando un número está a punto, éste
viene a sustituir a otro, y así el espec-
tador que no haya venido por la sala
en un par de meses puede tener la
seguridad de que presenciará un es—
pectáculo totalmente remozado. Por
ejemplo, desde el inicio de las vacacio—
nes veraniegas hasta el mes de octu—
bre, habrán ocurrido tantas cosas que
podremos anunciar, en esta fecha, otro
“music-hall” totalmente distinto del
que la gente conocía en todas o en
algunas de sus facetas.
—¿Qué tanto por ciento de erotis—
mo tiene el espectáculo?
——El necesario. Ni más ni menos.
Pero eso si, tratado con mucha clase,
porque el erotismo, si está bien hecho,
es arte. Cuando hace dos años era
impensable casi el ver a una señora
desnuda sobre un“ escenario, nosotros
lo estábamos haciendo y nadie se
asombraba, nadie ponía el grito en el
cielo, porque tanto entonces como
ahora el arte preside cualquier tipo de
actuación.
——¿Y cómo se elige (por qué cir-
cunstancias, queremos decir) una chi-
ca :“top—less”?
——Los motivos son varios: se tiene
en cuenta su talento, se requiere una
estética y también muchas ganas de
trabajar de esta. forma, la forma del
Top—Less. Pero si el “savoir faire” es
importante, la ilusión: lo es mucho
más.
——¿Qué porcentaje hay de chicas
españolas y extranjeras?
——La mayoria de los que intervienen
son españoles.
El “music—hall” es una actividad
constante, de todos los dias y a todas
las horas. Es, también, superación.
No se puede pensar en un declive de
la calidad del espectáculo. Hay que
ir siempre a más.
Emilio Mellado interpreta siete per—
sonajes distint05: cinco señoras y dos
hombres, uno de ellos el popular Oli-
ver Hardy. “Para mi —-nos dice— el
music hallº es una escuela acojonan-
te. Yo soy actor y con un año aquí
he aprendido más que durante los
cinco que duró mi preparación en la
Escuela de Arte Dramático. Todos
debiéramos pasar por una actividad
como ésta”.
Martina, dos años en el espectácu—
lo, no se plantea la posibilidad de
cambiar de actividad, “porque es aqui,
en el “music-hall,, donde las múltiples
facetas del arte se combinan”. Ella,
que proviene del teatro y la televisión,
sólo cambiaría su trabajo actual por
un campo que también la atrae, el
cinematográfico, aun a sabiendas de
que nunca encontrará nada tan com—
pleto como el “music—hall”.
Miguel Angel, madrileño, es el pre—
sentador. Antes fue cantante. Ahora
canta, baila, actúa, dialoga con el
público.
“Esta es una escuela artística de
las mejores. Si tuviera que volver a
mi ocupación anterior, ten por seguro
que los planteamientos serían muy dis—
tintos. Después de todo lo que he
aprendido no podría ya ponerme ante
un micrófono para cantar solamente”.
Como colofón de nuestra visita,
Mari Carmen, una directora extraor—
dinaria, y Philippe, parte importantísi-
ma del engranaje de este espectáculo,
nos mostraría el libro de oro de Top—
Less. En él, las firmas de Fedra Lo—
rente, Marisol, Antonio Gades, Narci—
so Ibáñez Serrador, Analía Gadé, Ro-
mano Villalba,. Fernando Fernán-Gó—
mez, Emma Cohen, Nancy Olloway,
Gustavo Pérez Puig y un largo etcé—
tera de figuras del espectáculo. En
este libro de oro, Xavier Cugat escri—
, biria: “Maravilloso espectáculo”. Y
Alfredo Amestoy: “Antes de las
guerras, en las guerras, después de las
guerras, siempre el cabaret”.
En realidad, ¿es esto el “music—
hall”? Indudablemente, si. '
JOSE CALABUIG CASTELLO
Fotos: PIPE YALE
y PEPE RODRIGUEZ
Publicado en la revista Lib el octubre de 1977
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