LA moda es la moda, acon faldas y a
lo loco», como en el filme de la
Monroe, Tony Curtis y Jack Lemon, o
—con faldas y a lo loca», como en el
Gay Club—, Barcelona de noche» y
cientos de sitios más que se están enri—
queciendo gracias a la fiebre del tra—
vesti. Aquello que nos llegara a Espa—
ña en escondidos programas del <Ca-
rrousel» o el *Madame Arthur» pari—
sienses, con Coccinelle. Bambi o Kiti
Moustique al frente, hechas unas se—
ñoras de mucho cuidado, lo tenemos
ya en casa y en plan sarampión. De
súbito, un batiburrillo de clasificacio-
nes tales como homosexual. loca, tra—
vesti, petarda, transexual y docenas de
nombres más han saltado del oscuran—
tismo a la calle y a la prensa, embo—
bando y aturdiendo a. los más. aunque
se pretenda con ello ir informando y
aclarando situaciones. Aceptemos, pues.
todo ello en el más abierto de los diá—
logos y en la más santa de las demo—
cracias.
Hay seres que, mediante tratamientos
médicos y operaciones complicadas,
han pasado de llamarse Manolo a 113.—
marse Bibi. De ser, por ejemplo. Ma—
nolo Chica, a ser Bibi Andersen. Y a
darse casos de bellezas como la de la
fallecida/o Lorena Capelli. Han dejado
de ser hombres, que nunca lo fueron
en el sentido estricto de la palabra. pa—
ra pasar a ser transexuales y pasearse
por el <mundanal ruido» con un par de
pechos importantes en los más de los
casos.
Pero hay otros que, sin sentirse se—
ñoras de coser y planchar, ni colegia—
las de las clarisas, siendo simples ma—
riquitas, se plantan una peluca, se ma—
quillan como nadie, se colocan un traje
largo o un bikini, ponen un disco de—
tras y con un arte exquisito imitan a
la estrella que les apetece. ¿No hay
más matizaciones al respecto? Por
supuesto que si, porque también hay
actores uno dudosos» que en un mo—
mento equis de su carrera deben tra—
vestirse, o artistas muy especiales que
no son ni tan siquiera homosexuales
y viven del travestismo, peno no son
estos los casos que ahora nos preocu»
pan. Ni nos ocupan. Que nadie se pique
y así nadie se rascará. Esto es así y hay
que aceptarlo como tal.
IMITADORES A GRANEL
Artistas como Juanita Reina. Lola
Flores, Marifé de Triana, Concha Pi»
quer, Rocío Jurado, Sara Montiel... han
arrastrado una legión de seguidores in—
condicionales y en muy alto número
>eguidores <<gays». Sería un fenómeno
Saraily. en la realidad Luis Martínez. hasta la
personalidad le cambia al actor cuando se dis-
fraza de diva. pues si bien Luis es un hombre
inseguro y tímido. Sarahy es todo lo contrario,
pero es que en cuanto se pone las pestañas
postizas es otro
a estudiar, pero no es dificil haber es—
cuchado en cualquiera de las presenta—
ciones de estas artistas el grito entu-
siástico y amanerado del piropo dicho
desde el gallinero. Luego, en fiestas pri—
vadas o en las juergas de los señoritas.
no faltaba ——ni en algunos lugares si—
gue faltando— la mariquitona imita—
dora que canta “Madrina» desgarrán—
dose, o la que dice aquello de que era
—alto y rubio como la cerveza», o quien
se desmelena explicando que también
ella tiene “las carnes morenas para que
se las coma el tigre».
Por las salas madrileñas, hoy, hay
imitadores de Lola, Juanita Reina, Olga
Guillot, Sara… La Flores ha puesto el
grito en los periódicos y en el despa—
cho de su abogado para que prohíba a
Juan Gallo que utilice sus discos e imi—
tarla con fonomimia; doña Lola. que
ahora dice no tolerar estas actuaciones,
parece olvidar que ella misma dijo que
Juan era genial y hasta se retrataron
juntos. Juan Gallo ——¡pues no faltaba
más!— sigue siendo un estupendo (Lolo
Flores» por esos mundos de Dios. La
Lola de sus mejores tiempos es imita-
da .a la perfección en gestos y actitu-
des. Hasta físicamente Juan Gallo ha
encontrado el punto exacto de esta es—
pecie de <soufflé» folklórico.
Pero casos curiosos, dignos de estu—
dio, los hay a montones. Por ejemplo,
el artista que imita en Madrid a Juani—
ta Reina jamás la ha visto actuar: un
amigo suyo le ha marcado punto por
punto el hacer de la sevillana y su
trabajo es exacto. ¡Prodigio de intui—
ción! Lo mismo ocurre con el imitador
de Olga Guillot, la mulata cubana, ido-
lo de Latinoamérica. la reina del bole—
ro: Juan hace tan sólo dos meses que
la imita y hay instantes en que parece
la mismísima Olga.
SARAHY MONTIEL
Sara Montiel imitada por un hombre
que se llama Luis Martinez. Lo más
curioso es que Luis. en su vida priva-
da, es timido, callado. casi inseguro.
Sólo cuando se transforma, de travesti,
cambia en un ciento por ciento. Se ma—
quilla hasta cambiar de rostro, hasta
conseguir unas mágicas combinaciones
que le convierten en una Sara Montiel
distinta. Y sale a la pista. mordiéndose
los pómulos como la manchega y con
con los mismos gestos melosos, cansi—
nos. Y hablando como ella. lenta la dic—
ción. caído el deje, hablando de su»
Pepe Tous y de sus kilos. ¡Buena imi—
tación, producto de un estudio deta—
liado!
——Me he visto las películas de Sara
hasta siete u ocho veces cada una. Me
conozco los gestos, las canciones. cómo
camina. Además, soy vicepresidente del
Club de Fans de la Montiel. de aquí. de
Madrid.
—Luis, ¿cómo empezar un trabajo
así?
—Bueno, desde pequeño siempre me
gustó cantar. Incluso lo hice en con-
cursos como aquellos de —Ruede la bo—
la». Y. ya sabes, en fiestas se te ocu—
rre imitar a alguien y disfrazarte; lue—
go. lo piensas un poco, y lo comercia—
lizas, porque además es la moda. Lo
malo es que hay muchos que no sir»
ven para nada. pero luego sólo queda—
remos los artistas. Mira, como Juan
Gallo, por ejemplo. el que imita a Lola.
Juan y yo empezamos juntos...
——Y tu familia…
—Saben que soy artista, pero no que
trabajo de travesti. Quiero mucho a mi
familia, pero no me importa que se
enteren o no. Yo soy asi y soy feliz
haciendo lo que hago.
Publicado en la revista Party el abril de 1977
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